La música tradicional q’eqchí se ha conservado por siglos hasta ahora. Tiene una función por una parte ritual y por otra cohesionadora de la comunidad. De entre los 22 grupos étnicos que hay en Guatemala ya casi sólo los q’eqchís conservan la música del arpa, violín y guitarrón. La música q’eqchí de los instrumentos tradicionales tiene un carácter ceremonial y se ejecuta también en celebraciones comunitarias con carácter no religioso en donde se escucha la música de la marimba, tun y chirimía y la de arpa, violín y guitarrón. “En nuestras reuniones comunitarias, bastante frecuentes, oímos la marimba, el tambor y la chirimía, y la música sagrada de l arpa, violín y guitarra; música que ya casi sólo en tierras q ´eqchís se escucha”. Las poblaciones q ´eqchís sufren un choque cultural muy fuerte con una sociedad occidental que impone su cultura, sus gustos y sus actitudes racistas.
Esto suscita en los jóvenes efectos muy negativos relacionados con la pérdida de sus valores e identidad; puede llevarles a una desvalorización de sí mismos, efecto natural del desprecio racial y a arrepentirse de ser quiénes son y de tener los padres que tienen, el color de piel que tienen, los rasgos que tienen, los valores éticos que tienen; a despreciar sus raíces y su gran cultura maya. Ahora se corre el riesgo de que se pierda la música tradicional q’eqchí con sus 100 sones de arpa, 60 de tun y chirimía y 60 de marimba. Ya son pocos los hombres que conocen cómo se construyen los instrumentos y pocos los que saben tocar los sones antiguos. “Para nosotros los q ´eqchís, nuestra música es uno de los aspectos más importantes de nuestra cultura. A través de nuestra música revivimos nuestro pasado y nos identificamos en nuestro presente.
No podemos dejar que se pierda. Desde tiempos remotos, en nuestras ceremonias sagradas, el arpa, el violín y guitarrón, han llenado nuestros corazones de hermosos sentimientos de alegría, de hermandad, de identidad y de cercanía entre todos”. “Estos sentimientos nos proyectan más allá de nuestra vida actual, hacia nuestros antepasados, hacia nuestras raíces. En honor de ellos y recordándolos, bailamos. Nuestros niños y niñas se juntan a sus papás y sus mamás y también bailan. La comunidad entera participa y vive la alegría que nos proporcionan nuestros sones de arpa. Es como una fuerza que viene a adentrarse en nuestras vidas y que nos llama a vivir y avanzar unidos como hermanos. Sin la música de nuestra arpa le faltaría a nuestra vida algo muy sustancial a nosotros”. “Igualmente antiguos son nuestros sones de chirimía y tun.
Nuestros antepasados los han usado para algunas reuniones ceremoniales y para bailes antiguos que nos recuerdan nuestra historia. Nuestra marimba la usamos para festejos comunitarios. De la marimba tenemos más de 50 sones”. “Nuestros instrumentos, además de expresar nuestros sentimientos colectivos ancestrales, fortalecen los lazos de nuestra vida comunitaria, nos afianzan en nuestra identidad. Por eso queremos preservarlos todavía que hay tiempo y existen algunos maestros que nos lo pueden retransmitir”.
“¿Qué sería de nuestras ceremonias sin nuestra música? ¿Qué sería de nuestras reuniones comunitarias sin nuestros sones de arpa, violín, guitarrón o de chirimía y tun o de marimba?” “Nuestros sones tienen una importancia muy grande para nosotros, no los podemos olvidar ni perder. Por eso queremos relacionar a nuestros hijos, a nuestros jóvenes, con estos valores y crear un movimiento de valoración y disfrute de nuestra música”. “En estos últimos 30 años hemos visto cómo han ido muriendo nuestros respetados “aj cuajb”, nuestros músicos. No siempre los que les han sucedido han tenido la debida preparación para ser sus continuadores. Dentro de poco nuestra sagrada música quedará reducida a algunos lugares de Alta Verapaz”. Sin un apoyo exterior, los tesoros culturales indígenas y su fuerza de cohesión se irán perdiendo.